“La vida de una mujer puede ser realmente una sucesión de vidas, cada uno gira en torno a una situación emocionalmente convincente o un desafío, y cada uno delimitado por una experiencia intensa.” Wallis Simpson
Eduardo, Príncipe de Gales, el hijo mayor del rey Jorge V y la reina María y heredero al trono británico y la que posteriormente se convirtió en amante primero y esposa después se encuentran en muchas ocasiones, entre 1931 y 1934, con el matrimonio Simpson.
En 1933 Thelma Furness, amante de Eduardo, viajó a Estados Unidos para acompañar a su hermana gemela, Gloria Vanderbilt, en el juicio por la custodia de su hija. Thelma encomendó a Wallis al príncipe y ésta se convirtió en su nueva amante. En 1934 Eduardo ya estaba perdidamente enamorado de Wallis. Ese mismo año hicieron un crucero por el mediterráneo, hicieron una parada en Cannes y Eduardo ordeno que le abrieran, de madrugada, la tienda de Cartier para comprarle un regalo, uno de los primeros y muy valiosos regalos que le hizo a lo largo de su vida en común. En noviembre de 1934, Eduardo invitó a Wallis a una fiesta en Buckingham Palace. Su padre estaba totalmente en contra de esa relación, se negó a conocerla y prohibió su entrada en la Corte. Su hermano Alberto y su esposa la evitaron a toda costa. En 1935 viajaron juntos por Europa, en ese tiempo Eduardo ya la cubría de joyas y dinero. La relación con Wallis empezó a interferir con las actividades oficiales del príncipe.
El rey Jorge V murió el 20 de enero de 1936 y el Príncipe de Gales accedió al trono como Eduardo VIII. Al día siguiente, Wallis junto a Eduardo asiste a la proclamación del nuevo rey desde una ventana de palacio cuando aún no estaba casada. Wallis nunca fue recibida por la reina María que cumplió la promesa hecha a su marido, el rey Jorge, y siempre se negó a recibir a la “pecaminosa amante” de su hijo.
En julio de 1936, tras un acuerdo con su marido en el que aceptaba haber cometido una infidelidad, Ernest Simpson pidió a Wallis que comenzara los trámites de divorcio y el 27 de octubre del mismo año se le concedió. Su relación con Eduardo VIII se volvió de dominio público y para escapar de la prensa se trasladó a Francia y vivió en Cannes unos meses en casa de sus amigos Herman y Katherine Rogers.
La posibilidad de matrimonio de Wallis Simpson con Eduardo tropezaba con una cuestión importante, el monarca del Reino Unido es cabeza visible de la iglesia de Inglaterra y no le permitía el matrimonio con alguien divorciado cuyo ex cónyuge siguiera vivo. Por otro lado, la relación del rey con Wallis generó tensiones con el Partido Conservador que en ese momento dirigía el gobierno británico, y tampoco contaba con las simpatías de la Colonias, quienes la consideraban como una mujer de “ilimitada ambición”. Mientras Wallis está en Cannes Eduardo consultó con Baldwin la posibilidad de realizar un matrimonio morganático, él sería rey, pero ella no será reina, Baldwin lo rechazó, lo mismo que los primeros ministros de Australia y Sudáfrica. Si Eduardo se casaba con Wallis, el gobierno se vería obligado a dimitir y causaría una crisis constitucional.
A Wallis le bastaba con disfrutar de su compañía y del fastuoso tren de vida que llevaban y nunca tuvo intención de casarse con Eduardo. Forzada por la situación, el 7 de diciembre de 1936 se leyó a la prensa la declaración que anunciaba la resolución de Wallis de renunciar al rey, sin embargo, Eduardo que estaba decidido a casarse y viendo que no tenía otra posibilidad firmó, el 10 de diciembre de 1936, el “instrumento de abdicación” en presencia de sus tres hermanos: El duque de York, que ascendería al día siguiente al trono como Jorge VI, el duque de Gloucester y el duque de Kent. El 11 de diciembre de 1936 Eduardo emitió una declaración pública al respecto, declarando la imposibilidad de aunar sus deberes como rey y el amor que sentía por Wallis.
La boda de Wallis y Eduardo se retrasó por dos circunstancias, que el divorcio de Wallis fuese definitivo, cosa que se produjo el 27 de abril de 1937 y que su hermano fuese coronado como nuevo rey para no interferir en las celebraciones. La boda se celebró en el castillo de Candé (Francia) el 3 de junio de 1937, al enlace no asistió nadie de la familia real. El nuevo rey nombró, a su hermano Eduardo, duque de Windsor, con tratamiento de Su Alteza Real, y se le permitió a su esposa usar el mismo título, no así el de SAR. El ya duque de Windsor se reunió, con posterioridad a su boda, con su madre y hermanos, pero no consiguió que la familia aceptase a Wallis y parte de esa decisión la tuvo la esposa de Jorge VI, la reina consorte Isabel Bowes-Lyon, que se llevaba mal con Wallis.
Los duques de Windsor vivieron en Francia los años anteriores a la guerra. En 1937 visitaron Alemania y se reunieron con Adolf Hitler, una visita imprudente dada la situación en Europa, tanto que a él se le trató como simpatizante nazi, y a Wallis como espía al servicio de Alemania algo que alimento su impopularidad.
En ese momento Wallis ya figuraba entre las “diez mujeres mejor vestidas del mundo” título que consiguió durante cuatro años seguidos, era clienta habitual de modistos como Dior, Balmain, Rochas, Givenchy y Mainbocher. Según palabras de la propia duquesa “No soy guapa, no valgo gran cosa y si me miro creo que lo único que puedo hacer es esforzarme en ir vestida mejor que las demás” Su gasto anual en guardarropa era de, al menos, cien mil dólares.
Con el avance el ejército alemán los duques se trasladaron a Biarritz y en junio de 1940, recién terminada la guerra civil española, llegan a Madrid y se alojan en el hotel Ritz, y no en la embajada británica, como exigía el protocolo lo que puso en un aprieto al gobierno inglés, dado que la visita se producía a un país pro nazi, del que además los duques eran grandes admiradores. Allí, pese las indicaciones desde el Reino Unido se les trató como altezas reales. Este episodio de la vida de los duques se explica con mucha claridad en el libro “conspiración en Madrid” escrito por Javier Suarez.
En el mes de julio los Windsor abandonaron España camino de Portugal. En agosto, embarcaron en un buque de guerra británico rumbo a Bahamas, ya que a Eduardo lo habían nombrado gobernador. Ambos se tomaron muy en serio su papel de gobernadores, aunque Wallis pensaba que ese destino había sido alentado por su cuñada que además fijo el estipendio anual que iban a cobrar en lugar de los 300.000 libras pedidas solo les otorgaron 10.000.
Wallis no olvidó su gusto por la decoración transformó la antigua casa del gobernador en una espléndida residencia. Ejerció de esposa del gobernador y dedicó parte de su tiempo, cinco años, a obras de beneficencia, pero se aburrían mortalmente. El 1 de marzo de 1945, el duque de Windsor dimitió como gobernador y regresaron a Europa para instalarse en Francia.
Eduardo asiste al funeral de su hermano Jorge VI en de febrero de 1952 sin Wallis, ella no era bien recibida por la familia real por lo que no asisten a la coronación de su sobrina Isabel II. Lo mismo ocurrió en la muerte de la reina María.
A Eduardo se le diagnosticó un cáncer, en mayo de 1972 muere y es enterrado en el cementerio de la familia real en Frogmore. Wallis viajó a Londres en un avión que la reina puso a su disposición y fue alojada en el palacio de Buckingham. Asistió a los funerales de riguroso luto. Tras la muerte de su marido en 1972, la duquesa se recluyó y rara vez volvió a ser vista en público. Wallis murió en su residencia de Paris, el 24 de abril de 1986, 14 años después de la muerte de su marido, sin apenas relacionarse con nadie, sus restos se repatriaron a Inglaterra y fue enterrada junto a su esposo en el Panteón Real, a su entierro asistieron sus dos cuñadas, la reina madre y la princesa Alicia, duquesa de Gloucester, y por fin, al final de su vida descansa junto a la reina María.
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